1. ¿Cuál es el origen y la marca del equipo?
Yo siempre empiezo por aquí. Hay equipos que pueden parecer una ganga, pero si no sabes de dónde vienen o si la marca ni aparece en Google, ya eso te da una mala señal.
Y no es solo por calidad, sino por soporte: si mañana necesitas un repuesto o un técnico certificado, ¿quién te lo va a conseguir?
Pregunta esto sin pena:
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¿Es nuevo, reacondicionado o usado?
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¿De qué país viene el equipo?
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¿Tiene distribución y soporte técnico aquí?
Y si te dicen que es reacondicionado, asegúrate de que no solo le hayan pasado un trapo y lo pintaron. Tiene que haber sido revisado por alguien que sepa lo que hace.
2. ¿Qué garantía tiene y qué cubre?
Muchos vendedores te dicen "sí, claro, tiene garantía", pero después te enteras de que solo te cambian un fusible y el resto corre por tu cuenta.
Y ahí empiezas a gastar en técnico, traslado, piezas... y la supuesta oferta te sale el doble.
Las preguntas son estas:
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¿La garantía cubre piezas o también mano de obra?
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¿Cuánto tiempo dura?
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¿Quién responde si falla: ustedes o el fabricante?
Mi consejo: todo eso tiene que estar por escrito. Si te dicen “confía en mí”, no confíes.
3. ¿Dan capacitación para usarlo?
Una vez entregamos a una clínica un equipo buenísimo, pero no lo supieron usar porque nadie les explicó bien. El equipo estuvo ahí parado dos meses.
No te alcanza con tenerlo: hay que saber usarlo.
Pregunta:
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¿Capacitan a mi personal y a mí también?
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¿Es presencial, virtual o solo me mandan un manual?
Un proveedor responsable te acompaña en eso. Uno improvisado te deja solo con un PDF en inglés.
4. ¿Qué soporte postventa ofrecen?
Después de que pagas, ¿te siguen atendiendo? Porque muchos desaparecen. Y si algo se daña, te toca andar buscando técnicos que ni conocen ese modelo.
Estas son claves:
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¿Tienen técnico propio o tercerizan?
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¿Cuánto tardan en venir si llamo?
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¿Tienen repuestos disponibles?
El mejor equipo del mundo no sirve de nada si se daña y nadie te lo arregla.
5. ¿Tienen referencias o casos reales?
A mí me gusta contactar directamente a profesionales de la salud que ya hayan comprado. No hay mejor referencia que alguien que ya hizo la compra y pueda decirte si el equipo sirve y si el proveedor cumple.
Pregunta sin miedo:
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¿Puedo hablar con alguien que ya les compró este modelo?
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¿Tienen testimonios reales o reseñas?
Si te dicen que no pueden darte datos “por privacidad”, ya eso suena raro. Al menos que te muestren un par de clínicas o instituciones con las que trabajaron.
6. ¿El equipo está aprobado legalmente?
Esto lo veo mucho: compran un equipo importado y luego no pueden usarlo porque no tiene permisos. O lo traen sin registro y después en una inspección se los hacen quitar.
Averigua esto antes:
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¿Está aprobado por las autoridades sanitarias del país?
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¿Tiene registro sanitario o algún documento que lo respalde?
Porque si no, puedes tener problemas con el ministerio o incluso con tu seguro.
7. ¿Le voy a sacar provecho al equipo?
Esta es una pregunta que muchos se saltan. Capaz el equipo es buenísimo, pero ¿realmente te sirve en tu práctica? ¿Lo vas a rentabilizar?
Yo preguntaría:
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¿En cuánto tiempo recupero la inversión?
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¿Cuánto cuesta mantenerlo (insumos, servicio técnico)?
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¿Qué tipo de pacientes voy a poder atender mejor con esto?
Un vendedor que sabe, te va a ayudar a hacer números. Si solo te habla de lo técnico y no te ayuda a ver cómo lo vas a usar en tu día a día, no es el ideal.
8. ¿Cómo se puede pagar y qué opciones hay?
Este punto puede hacer que un trato se concrete o no. Algunos proveedores tienen buenas condiciones, otros solo quieren todo al contado y sin más vueltas.
Fíjense en esto:
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¿Tienen financiamiento o trabajan con bancos?
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¿Dan opciones para médicos independientes?
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¿Se puede hacer upgrade más adelante?
Incluso si no puedes pagar todo de una, capaz te dan un plan. Y si no preguntas, nunca lo sabes.
9. ¿Me dan respaldo legal por la compra?
Acá entra la parte legal, que no puedes dejar pasar, sobre todo si la compra es a distancia o si no conoces al vendedor personalmente. Porque una transferencia sin contrato, es como lanzar el dinero al aire.
Tienes que preguntar:
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¿Vamos a firmar un contrato de compraventa?
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¿Me dan factura legal o documento fiscal?
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¿Incluye cláusulas de devolución o garantía legal?
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¿Puedo leer el contrato antes de pagar?
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¿El equipo tiene papeles que certifiquen su propiedad?
Un contrato no es desconfianza. Es seguridad para ambos. Si el vendedor se molesta por eso, algo está escondiendo. Siempre pedí ver todo por adelantado y que te den una copia.
10. ¿El pago es seguro?
Esto es clave si no conoces al vendedor o si estás comprando desde otra ciudad. Hay formas seguras de pagar sin arriesgarte.
Yo preguntaría:
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¿Aceptan plataformas con respaldo (como fideicomisos, pagos con liberación contra entrega, etc.)?
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¿Puedo pagar una parte al recibir y probar el equipo?
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¿Me dan comprobante oficial por el pago?
Lo peor que puedes hacer es mandar el dinero sin tener ningún tipo de recibo o documento. Si solo aceptan efectivo sin garantía… mejor no.
Para cerrar
No te digo todo esto por exagerar. Es que ya he visto muchas situaciones donde médicos confiaron demasiado, pagaron, y después se quedaron con las manos vacías.
Y lo peor: muchos no quieren “molestar” al vendedor con tantas preguntas. Pero esas preguntas son las que te van a proteger.
Hazlas todas, sin pena. Si el vendedor es bueno, te las va a responder sin problema. Y si se pone incómodo o te quiere apurar… mejor alejarse.